Arriba de su motocicleta, con un par de vinos demás, dejando un poco más vacíos aún a los oídos melancólicos y con la seguridad de que más de una viola debe estar llorando, se fue el carpo. No obstante lo cual, donde quiera que esté, le debe seguir gustando el cabaret.
Que descanses en paz Carpo…
Que descanses en paz Carpo…
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