En 1992, además de ser muy jovencitos, con unos amigos teníamos un programa de radio del cual hay momentos que sería mejor borrarlos completamente de nuestras mentes, como en la película esa de nombre interminable, tampoco me viene ahora el director, pero es esa en la que Jim Carrey se somete junto a su novia a una maquina que le borra los malos recuerdos. Así deberían desaparecer nuestras reminiscencias (y las de los que nos escuchaban) a algunos de esos programas. Éramos tan jóvenes...
Pero también hay momentos de esa loca experiencia radial (se llamaba... ay, Descontrol) que se tornan inolvidables. Fuimos los primeros que pasamos el único disco memorable de la Bersuit: Bersuit Vergarabat y punto, todavía tenemos el ¡¡vinilo!! (y no lo vendemos) ja. Siempre estábamos al tanto de las novedades, de lo que no se pasaba en las radios y nos parecía muy interesante difundir. Más o menos como ahora, eso mucho no cambió.
Y en ese ir y venir de vinilos y primeros cds nos cayó uno que nos sorprendió a todos, en nuestras manos teníamos fuego, algo (para la época) tremendamente original. La línea de bajo nos volaba el mate, las guitarras funky nos parecían de otro planeta, el cantante un desquiciado inigualable, ese disco era maravilloso. Encima tenía esa balada...debajo del puente...ah, era un golpe a la altura del bajo vientre. Breaking the girl, give it way, suck my kiss, todos esos temas…realmente nos podían. Si, era Boold, sugar, sex, magic de los Red Hot Chilli Papers. En ese momento nos mató, y hablo en plural porque estoy seguro que mis compañeros sintieron lo mismo que yo. Pero el tiempo pasó, y ahora si, algunas conclusiones personales. Los discos anteriores son superiores, de los posteriores el único que lo alcanza (inclusive lo pasa) es One hot minute, John Frusciante al lado de Dave Navarro es un payaso y para colmo al slam lo inventó Bootsy Collins no Flea, por si que dada alguna duda. El sueño terminó, lejos quedaron aquellos años, la carroza se volvió calabaza y los caballos ratones. Justo cuando los de California salen con Stadium Arcadium y Flea dice que es el mejor disco en la historia de la banda. Un chiste que ni siquiera se le hubiera ocurrido a Descontrolito, la simpática mascota que teníamos en Descontrol. Ese humilde programa de radio de 1992.
Pero también hay momentos de esa loca experiencia radial (se llamaba... ay, Descontrol) que se tornan inolvidables. Fuimos los primeros que pasamos el único disco memorable de la Bersuit: Bersuit Vergarabat y punto, todavía tenemos el ¡¡vinilo!! (y no lo vendemos) ja. Siempre estábamos al tanto de las novedades, de lo que no se pasaba en las radios y nos parecía muy interesante difundir. Más o menos como ahora, eso mucho no cambió.
Y en ese ir y venir de vinilos y primeros cds nos cayó uno que nos sorprendió a todos, en nuestras manos teníamos fuego, algo (para la época) tremendamente original. La línea de bajo nos volaba el mate, las guitarras funky nos parecían de otro planeta, el cantante un desquiciado inigualable, ese disco era maravilloso. Encima tenía esa balada...debajo del puente...ah, era un golpe a la altura del bajo vientre. Breaking the girl, give it way, suck my kiss, todos esos temas…realmente nos podían. Si, era Boold, sugar, sex, magic de los Red Hot Chilli Papers. En ese momento nos mató, y hablo en plural porque estoy seguro que mis compañeros sintieron lo mismo que yo. Pero el tiempo pasó, y ahora si, algunas conclusiones personales. Los discos anteriores son superiores, de los posteriores el único que lo alcanza (inclusive lo pasa) es One hot minute, John Frusciante al lado de Dave Navarro es un payaso y para colmo al slam lo inventó Bootsy Collins no Flea, por si que dada alguna duda. El sueño terminó, lejos quedaron aquellos años, la carroza se volvió calabaza y los caballos ratones. Justo cuando los de California salen con Stadium Arcadium y Flea dice que es el mejor disco en la historia de la banda. Un chiste que ni siquiera se le hubiera ocurrido a Descontrolito, la simpática mascota que teníamos en Descontrol. Ese humilde programa de radio de 1992.
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