Nada más parecido a la contienda entre Springfield y Sherbibil. Si, la realidad ha superado a Los Simpsons. Chascomús y Lezama se disputan terriotorio, y según dicen los más memoriosos –ni por casualidad los llamaría historiadores- esta reyerta ya lleva casi cien años. Pero fue en los últimos dos, luego que un vivo diputado provincial lezamense, ni lerdo ni perezoso presentara un proyecto para dividir Lezama de Chascomús, cuando tomo mayor trascendencia el arcaico combate.
A punto de ser aprobado el proyecto en el senado, ya tiene media sanción en diputados, la cosa se puso intolerable. El último fin de semana se llevó a cabo una protesta en la ruta 2 convocada por la Cofip Comisión para el Fortalecimiento e Integración de Chascomús (pavada de nombre). Esa fue la gota que rebalsó el vaso.
Vecinos cortando el transito sin saber bien por que lo hacían, autoridades apoyando una asamblea en la ruta, camiones de los canales de noticias nacionales con sus respectivos periodistas (por cada uno de estos se podía ver 3 0 4 cronistas locales moviendo la cola como perrito faldero queriendo figurar), y un lunes por la tarde de papelón en papelón.
La verdad que daba un poco de vergüenza ajena, igual que los lezamenses haciendo la misma protesta unos kilómetros más hacia el sur para lograr el efecto contrario. La ridiculez del conflicto no tiene nombre, es casi grotesco, una payasada enciclopédica que los medios nacionales ya se encargaron de tomarla con el humor y el asombro que se merece.
Existen ciudades mucho más importantes que Chascomús y Lezama que han dividido su territorio y no ha pasado nada, absolutamente nada.
Y si Chascomús pierde territorio, y bueno, hay cosas peores, en todo caso se hubieran preocupado antes. Como la mayoría profesa la religión católica, los invito a algo más saludable: a llorar a la iglesia. En serio, hay cosas mucho más graves porque preocuparse, tanto en Chascomús como en Lezama.
A punto de ser aprobado el proyecto en el senado, ya tiene media sanción en diputados, la cosa se puso intolerable. El último fin de semana se llevó a cabo una protesta en la ruta 2 convocada por la Cofip Comisión para el Fortalecimiento e Integración de Chascomús (pavada de nombre). Esa fue la gota que rebalsó el vaso.
Vecinos cortando el transito sin saber bien por que lo hacían, autoridades apoyando una asamblea en la ruta, camiones de los canales de noticias nacionales con sus respectivos periodistas (por cada uno de estos se podía ver 3 0 4 cronistas locales moviendo la cola como perrito faldero queriendo figurar), y un lunes por la tarde de papelón en papelón.
La verdad que daba un poco de vergüenza ajena, igual que los lezamenses haciendo la misma protesta unos kilómetros más hacia el sur para lograr el efecto contrario. La ridiculez del conflicto no tiene nombre, es casi grotesco, una payasada enciclopédica que los medios nacionales ya se encargaron de tomarla con el humor y el asombro que se merece.
Existen ciudades mucho más importantes que Chascomús y Lezama que han dividido su territorio y no ha pasado nada, absolutamente nada.
Y si Chascomús pierde territorio, y bueno, hay cosas peores, en todo caso se hubieran preocupado antes. Como la mayoría profesa la religión católica, los invito a algo más saludable: a llorar a la iglesia. En serio, hay cosas mucho más graves porque preocuparse, tanto en Chascomús como en Lezama.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario