jueves, junio 04, 2009

El quía y el universo

Hace algunos años Ernesto Sábato vivió en Chascomús. Por lo menos para un quía que luego de leer un escrito del autor de El Túnel en un diario local decidió mover cielo y tierra para encontrarlo. Lo primero que hizo el quía fue dirigirse al lugar donde compró el matutino lugareño. <Disculpame, donde puedo encontrar a un tal Ernesto Sábato, leí algo muy interesante que escribió en este diario que hoy a la mañana te compré a vos.> El diariero desconcertado como pudo le explicó lo inexplicable. A duras penas se lo explicó. El quía, que es muy insistente, no se conformó y continuó la investigación por otros medios. Al no tener noticias de este tal Ernesto claudicó la búsqueda pero nunca se fue la idea en su cabeza, muy poco esterilizada por cierto, de tener una charla con Sábato.

Con el tiempo el prosélito de Ernesto se compró un celular y una pantalla gigante. No se sabe con quien habla por teléfono pero siempre lo hace, la pantalla la usa para los negocios, probablemente el celular también. Se desconoce a ciencia cierta cual es la profesión del quía, su funcionalidad específica, tal vez su oficio definitivamente sea encontrar a Sábato. Tal vez un día lo logre incluso.
Lo que no sabe es que: los movimientos culturales se publicitan gratis, las licencias no se venden, y, las bicicletas, no se roban. Quizá algún día pueda descubrirlo, esto y mucho más, quizá sea hojeando alguna novela del gran escritor argentino Ernesto Sábato. Quizá esto suceda cuando el quía, de una buena vez, inconcientemente o no, se decida y agarre un libro. Y ahí si, limpien el piso, porque nos caemos todos de ojete.

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