jueves, junio 25, 2009

Rivera, la grasa de la escritura; Bon Iver y la buena música sencilla


Andres Rivera, quien se está convirtiendo paulatinamente en uno de mis escritores favoritos- por estos días estoy leyendo “Estaqueados”- una de sus últimas publicaciones, solía formular una pregunta indispensable para todo aquel que no duda en utilizar el poder de síntesis indiscriminadamente. ¿Por qué escribir algo en diez líneas cuando lo puedo hacer en dos?, renegaba el autor de “La revolución es un sueño eterno” y sentenciaba: las ocho restantes son pura grasa.
A veces leo blogs donde los artículos ocupan miles y miles de caracteres, textos en los que sus autores dan vueltas infinitas sobre un mismo tema sin temor en caer peligrosamente en redundancias que terminan por aburrir al lector obligándolo a pasar de manera sistemática a otro cosa, tal vez peor escrita, pero más entretenida.
En este nuevo mundo de las escrituras on line conviene escribir corto, bien, pero sencillo, en la era del hipertexto es imposible que un usuario se mantenga atento con todos los sentidos puestos en un articulo muy extenso, si hay que explicar que es una vaca más vale decir rápidamente, sin titubear, que es un animal blanco y negro.
Desde que comencé este blog, hace aproximadamente seis años, me propuse escribir corto, hace ya un tiempo que decidí definitivamente eliminar las boludeces, el bog lo voy a empezar a usar solo para cosas serias dije, o lo pensé no recuerdo, voy a escribir solo cuando sea necesario, y siempre textos cortos. Paradójicamente este va en camino de ser uno de los post más largos que escribí.

Me gustaría yuxtaponer lo que vengo diciendo con la música.
Me pregunto que es lo que quieren hacer, a donde quieren llegar ciertos músicos que no paran de componer estructuras larguisimas con un millón de notas, un oyente normal no puede escuchar todo eso, es demasiado, se pierde. Sí lo puede hacer otro músico. ¿Pero tiene sentido la música hecha por músicos solo para músicos?

Particularmente soy fanático de las canciones, las buenas. Casualmente o no, las mejores canciones son las más cortas, y las más fáciles de tocar. Y no hablo precisamente de hits, no, me refiero a las buenas canciones de verdad. Pink Moon de Nick Drake, por ejemplo.

Joaquin Sabina, que no goza mucho de mi agrado pero si de mi respeto, dice que una canción debe tener: una buena letra, una buena melodía, muy buen sonido, buenos arreglos, y algo más que no se sabe bien que es pero es lo más importante. Y tuvo razón el gallego, no podría ser de otra manera, tiene como influjo al mejor contador de historias del rock, al mejor armador de canciones: Bob Dylan, quien no se caracteriza por hacer canciones cortas, pero como dije es un contador de historias, y allí lo largo tiene que ver con la lírica, la letra. Y a propósito, creo que en el rock la letra es fundamental en un cincuenta por ciento, salvo en excepciones como las bandas instrumentales obvio. Igualmente, no obstante escribe letras largas, las composiciones musicales de Bob Dylan son más bien sencillas. Y a ese punto quiero llegar. Las composiciones sencillas.

Siempre odie la pirotecnia, los guitarristas que expanden su virtuosismo en solos desafiantes como si sus guitarras fueran ametralladoras y no instrumentos musicales, disfruto más una guitarra acústica o española bien tocada que una guitarra eléctrica en pleno éxtasis hendrixiano. Desteto los solos de batería cuando sobrepasan el minuto, me ponen nervioso los bajistas cuando empiezan con el donmp, donmp, donmp, donmp, donmp (disculpen por lo mediocre de la onomatopeya), y ni que hablar de las exageraciones de los cantantes en el Heavy Metal. ¿Axel Rose? No, dije Heavy Metal.
Si bien reconozco a los buenos músicos, los se apreciar, hay veces que no los disfruto. Cuando se pasan de rosca me superan. Mis guitarristas preferidos están en el estilo de Robert Fripp y Steve Hackett, amo Genesis, amo King Crimson, pero no me vengan con la pirotecnia, por favor, recuerden que soy adepto a las canciones.

Voy a la música sencilla, minimalista, me encanta la música minimalista, soy fan de esos sonidos: Neu!, Can, y todos esos grupos alemanes de la década del setenta, y las canciones por supuesto, lo digo de nuevo, soy fan de las canciones.

Es por eso que me gusto mucho For Emma, Forever Ago, el disco debut como solista de un tal Bon Iver que en realidad se llama Justin Vernon y que alguna vez supo tener una banda: DeYarmond Edison.
Luego de romper sentimentalmente con su pareja se retiró a una cabaña en medio de los bosques de Wisconsin (Estados Unidos). Allí compuso las más bonitas canciones para For Emma, Forever Ago. Un disco sencillo como los que me gustan a mi, guitarra acústica, minimalismo folk, una voz en falsete cautivante, hermosamente cautivante, la misma voz en función de coros puestos a la perfección, sutiles percusiones y mucho eco.

Bon Iver no va a pasar a la historia por ser un gran virtuoso, ni por componer complicado; ni por hacer de los rulos de batería o los solos de guitarra interminables su caballito de batalla. Pero les va a llegar muy profundo.
Les va a dar ganas de seguir insistiendo con eso de ponerse a escuchar un disco de vez en cuando para ver de qué se trata todo esto
A mi me dio pie para escribir algo largo. Que no es poca cosa.

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