Columna breve boquense, dinámica e impensada
Siete. Cantidad caprichosa en hallar maravillas, número de la suerte: seis más uno. Siete fueron las contiendas futbolísticas que hicieron falta para que el proyecto, la idea, el modelo, la matriz de Claudio “rabona” Borghi tomara forma definitiva en un campo de juego. Nada mejor que “la bombonera” para que al fin suceda: el engranaje bien ajustado en todas las líneas. Medel (en reemplazo de Cellay), Caruzzo e Insaurralde en la fantástica y por demás cuestionada seudo hilera de tres gravitan con anchura convincente. Inclemente Rodríguez y un iluminado Escudero (por lo menos algunos minutos) grafican eficacia por los costados (me niego a llamarlos carrileros) en concordancia con los volantes centrales Erbes y el insuperable Sebastián Battaglia (en su puesta en escena número 300 con la camiseta azul y amarilla). Chávez engancha y desengancha solo o asociado ornamentando su ya conocido buen juego, y los tanques amorfos Viatri y Palermo saquean el área cada vez que pueden y no están, más atrás, colaborando con sus compañeros. Esta claro que Boca no es el Barcelona ni la selección comandada por Vicente del Bosque (más quisiéramos), pero dejó una buena pisada (sobretodo en algunos muy buenos momentos de solvencia colectiva) en el pasado encuentro con Colón de Santa Fé; un equipo que, convengamos, no demuestra ninguna ambición futbolera, solo en algunos tramos del partido en los que Curuchet se subió a la bicicleta. Ni si quiera el gol de Moreno y Fabianesi pudo ser apreciado con beneplácito, ya que fue una grotesca lucha en la que pierde Medel más de lo que gana el volante. No llegaron los santafesinos ni a cumplir el menguado propósito que su técnico tenía en mente e incluso se atrevió a revelar ante las cámaras de televisión: cerrar los espacios. Los tres goles de Palermo (todos con los pies) fueron resueltos –a contramano de lo previsible y esperable- de manera pulcra y envidiable, incluyendo bajadas de pecho, medias vueltas y pegadas precisas en el punto justo. Si hablamos de números relacionados con Palermo hay que mencionar que lleva errados 14 penales (contando los de la selección), ya que el “Titan” se preocupa más por eso y no disfruta, tanto, lo otro. A todo esto Román mira desde el palco, pasaron siete fechas de otro campeonato corto y se sumaron diez puntos, cinco menos que el puntero. No me queda más que cerrar, entonces, parafraseando a mi viejo: y Boca va!
Siete. Cantidad caprichosa en hallar maravillas, número de la suerte: seis más uno. Siete fueron las contiendas futbolísticas que hicieron falta para que el proyecto, la idea, el modelo, la matriz de Claudio “rabona” Borghi tomara forma definitiva en un campo de juego. Nada mejor que “la bombonera” para que al fin suceda: el engranaje bien ajustado en todas las líneas. Medel (en reemplazo de Cellay), Caruzzo e Insaurralde en la fantástica y por demás cuestionada seudo hilera de tres gravitan con anchura convincente. Inclemente Rodríguez y un iluminado Escudero (por lo menos algunos minutos) grafican eficacia por los costados (me niego a llamarlos carrileros) en concordancia con los volantes centrales Erbes y el insuperable Sebastián Battaglia (en su puesta en escena número 300 con la camiseta azul y amarilla). Chávez engancha y desengancha solo o asociado ornamentando su ya conocido buen juego, y los tanques amorfos Viatri y Palermo saquean el área cada vez que pueden y no están, más atrás, colaborando con sus compañeros. Esta claro que Boca no es el Barcelona ni la selección comandada por Vicente del Bosque (más quisiéramos), pero dejó una buena pisada (sobretodo en algunos muy buenos momentos de solvencia colectiva) en el pasado encuentro con Colón de Santa Fé; un equipo que, convengamos, no demuestra ninguna ambición futbolera, solo en algunos tramos del partido en los que Curuchet se subió a la bicicleta. Ni si quiera el gol de Moreno y Fabianesi pudo ser apreciado con beneplácito, ya que fue una grotesca lucha en la que pierde Medel más de lo que gana el volante. No llegaron los santafesinos ni a cumplir el menguado propósito que su técnico tenía en mente e incluso se atrevió a revelar ante las cámaras de televisión: cerrar los espacios. Los tres goles de Palermo (todos con los pies) fueron resueltos –a contramano de lo previsible y esperable- de manera pulcra y envidiable, incluyendo bajadas de pecho, medias vueltas y pegadas precisas en el punto justo. Si hablamos de números relacionados con Palermo hay que mencionar que lleva errados 14 penales (contando los de la selección), ya que el “Titan” se preocupa más por eso y no disfruta, tanto, lo otro. A todo esto Román mira desde el palco, pasaron siete fechas de otro campeonato corto y se sumaron diez puntos, cinco menos que el puntero. No me queda más que cerrar, entonces, parafraseando a mi viejo: y Boca va!
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