miércoles, mayo 24, 2006

Bicentenario (Entrega Nº 6)

Ausencia, sentimiento del que extraña al que no está. Yo extraño - a los tres años - a mis padres cuando están trabajando, como extraño a mis abuelos cuándo no estoy en la casa de ellos.
No sé porque estoy pensando esto en la tarde del bicentenario, quizás sea un presagio que en el futuro justifique mis temores. Mientras tanto seguiré negando el desfile, con mi vista fija en el pavimento, con mi molino en la mano y en la otra la mano de mi madre que tampoco entiende mis miedos, y aún menos los entiende mi padre.
Es llamativa la manera que he concebido mis miedos. Al principio un temor se me aparece suavemente, casi inocuo, insignificante. Pero a mediada que ese miedo va tomando mas énfasis, se transforma en una simbiosis que se va pegando a mi espíritu y se va haciendo cada vez mas preponderante en mi vida.
De esta manera un miedo pequeño puede llegar a perturbarme tanto como el mas aterrador y peligroso de los miedos. Se podría decir que carezco de diversidad de miedos, sostengo todos los miedos con la misma índole. Me exceden, y por lo tanto, no los entiendo.
Además soy bastante vergonzoso, y cuando se juntan miedo y vergüenza la vida se puede tornar realmente - a los tres años- muy difícil.
Voy al futuro -a mi edad actual- para citar una frase del viejo Marx: " la vergüenza es un sentimiento revolucionario", nunca escuche algo parecido acerca del miedo. Vuelvo a mis tres años. Estoy pensando en mis miedos, aquí en la plaza junto a mi padre y a mi madre, mirando el desfile en el día del bicentenario. Tal vez logre comprender que además de miedo siento vergüenza. ¿ Otro augurio?

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