Minutos después de que el Chori Domínguez guardara la pelota en las manos del arquero rival dilapidando la solariega ventaja deportiva nombrada sustantivamente como penal e inmortalizara el definitivo desenlace: Patronato 1 - River 0, sonó en La Rockola 107.7 la agraciada “La guitarra y el bolsón” del cantautor rosarino Pablo Dacal. Este hecho casual (me consta ya que soy el programador de dicha emisora) toma mayor holgura cuando en el estribillo de la canción se oye: “con tanto amargo alrededor, ando con azúcar por ahí, no sea cuestión…”. Con la amargura indicada, que pretendemos asociar entre canción y acto futbolero, no ostentamos intención de fustigar distintivamente al jugador que malogró el penal ya que consideramos que le puede pasar a cualquiera, en efecto le ha pasado a Maradona, Riquelme, Delém…y tantos otros. Aquí la amargura se ve propagada en las caras de toda una muchedumbre en el instante preliminar a la ejecución del penal, hinchas de River, compañeros de Domínguez y hasta el mismísimo entrenador dejan ver en sus gestos que los invade el mas cruel de los espantos. El miedo a que la pelota no entre. La desconfianza es desmedida. Cientos de personas simpatizantes de un club de fútbol dudando -en el momento más significativo- de uno de sus principales jugadores. El temor inocultable, el temor propio de los vacilantes. Cierto temor que suele ir de la mano con la amargura. Es por eso que el término amargo es usual en las hinchadas al momento de referirse a determinados rivales. Concretamente a River no se lo llama amargo. A River se le dice otra cosa, y son los de Boca, claro, los que nunca se cansan de apodarlos, a los primos, con ese otro famoso vocablo.
Pero esa añeja palabrita que utilizan los de Boca para aludir a los de River tiene que ver, en definitiva, con una consecuencia futbolística. No así en el caso contrario. Los de River a los de Boca le dicen bosteros. Y tiene una explicación, si queremos, histórica.
Cercano a los terrenos donde Boca Juniors practicaba el juego del fútbol a principios del siglo XX se encontraba una eventual fábrica de ladrillos, estos eran fabricados en hornos con, entre otros componentes, bosta. Piensen el olor que emanaba en las cercanías de la cancha de Boca al momento de la cocción de los ladrillos. Pasadas unas cuantas décadas de los tiempos de la fábrica de ladrillos con Boca ya afincado en su querida Bombonera, una tarde de clásico se taparon las napas y el estadio se sumió en un aplastante olor a, literalmente, mierda. De ahí la sentencia de: bosteros. Como vemos nada tiene que ver este despectivo apodo con razones futboleras, ni tampoco hace alusión al fútbol la otra -más despectiva aún- manera que tienen los de River para dirigirse a los de Boca. Nos referimos puntualmente a los cánticos racistas que, pese a ser los iniciadores, no son propiedad exclusiva de los de River. El más grande hit que entona la muchachada riverplatense en contra de Boca reza más o menos así: “que feo ser bostero boliviano, y en una villa tener que nacer, tu hermana revolea la cartera, tu vieja chupa pijas por ahí. Bostero bostero bostero, andate a vivir a Bolivia, bostero bostero bostero, toda tu familia está ahí.” Demás está aclarar que esto tampoco tiene que ver con el fútbol.
El conocido partido con Peñarol, las finales y semifinales perdidas a lo largo y a lo ancho de toda su historia, la tarde del último sábado con Patronato, su descenso y casi toda su estadía en la B y tantos otros momentos futbolísticos (ahora si estamos hablando de fútbol) revalidan el alias que le regaló Boca a River: gallinas. A River siempre le gustó ufanarse ante los equipos chicos, River autoprlocama su estilo vistoso que en verdad nunca termia de manifestar frente a un oponente en serio, es decir: ¿quién lo vio a River jugar alguna vez como El Barcelona, el Ajax de Cruyff o El Huracán del 73 contra algún equipo brasilero, uruguayo o ingles? Su virtuosismo queda acá adentro y con los clubes dóciles. Bueno, en este último año ni siquiera eso. Así y todo seguro que el millo va a ascender, porque como dijo Juan Román Riquelme “River es un grande y en cualquier momento va a volver a estar con nosotros” Que así sea, desde acá le tiramos unas frases de aliento robadas de la canción de Pablo Dacal. “Frente a mi nariz tengo un león que me dice: si estás asustado hay que rugir”.