El periodista recientemente fallecido Roberto Maidana, dejó correr alguna vez- cuando lo interrogaron sobre periodismo- una sensata reflexión. ¿Qué tiene que tener un buen periodista?, le preguntaron. A lo que respondió: “tiene que saber leer y escribir”. Claro está que debe tomarse la respuesta de Maidana de manera metafórica. Saber leer es apreciar una situación, llevarla al plano periodístico y explicarla lo mejor posible, que se entienda bien y que a su vez resulte interesante. Una buena lectura, más una explicación adecuada, conlleva a una tesis seguramente bien lograda. Se sobrentiende que esto no es para cualquiera, hay que tener cierto conocimiento, hay que haber leído suficiente (en este caso me refiero a libros y no a noticias), y por sobre todas las cosas, no hay que creerse un superhéroe inescrupuloso que todo lo puede y todo lo consigue. A su vez es fundamental correrse a un costado, no ser protagonista sino un espectador atento que documenta, analiza y pone en manifiesto. Sin sacar nada de contexto, subjetivamente si (la objetividad no existe), pero con la prudencia necesaria para no caer en abyecciones típicas del mundillo informativo. Todo esto es lo que no tienen en cuenta –porque no lo saben- los patoteros que violentan (no indagan) con celulares, reportes y cámaras (sobre todo cámaras) y creen que por poseer estos elementos (hoy en día están al alcance de cualquiera) pueden atropellar, y encima, en nombre del (ja) periodismo. Se podría decir entonces que, casi literalmente, no practican ni una cosa ni la otra. Ni leer ni escribir. Solo provocación inocua. Y su vulgaridad se ensancha cuando -en plan de víctimas- autoproclaman que “se agredió a un periodista”.
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