El frasquito me trastornó (en el buen sentido de la palabra) de entrada. ¿De que hablaba esta novela corta de Luis Gusman? ¿Que historia quería contar? No lo sabía. Pasaban las páginas y no lo sabía. Sin embargo me tragaba las hojas una tras otra sin titubear. “La policía me pega por haber matado al mellizo, me pega con cinturones negros de hebillas anchas y plateadas”. Una historia violenta de principio a fin, guarra, descarnada, efectiva. Al leer por primera vez El Frasquito me daban ganas de escribir mil historias de ese tipo, porque el ritmo de la narración es contagioso, al leer esta novela uno piensa que es fácil escribir como escribe Gusman El Frasquito. Pero no, que va “Los policías nunca duermen están siempre despiertos para velar por el sueño de los demás”. Gusman publicó El Frasquito en 1973, y tuvo problemas, lo de siempre: censuras, viejas horrorizadas y los milicos. Fue la primer novela que escribió, es fundamental. De casualidad me topé con ella en las estanterías de la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento (Chascomús), hace algunos años. La leí en unas horas.
Al volverla a leer entendí todo. Gusman habla de y desde la clandestinidad, de y desde la subjetividad. El Frasquito es un examen que tenemos la obligación de dar. El frasquito es un mito. Y se lo recomiendo a todo el mundo.
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