Jacques Attali, en su manifiesto noise (ruidos), plantea la consideración de la música “como una forma de organizar diferencias entre los ruidos”. Esto me hace pensar espontáneamente en la música electroacústica, las experimentaciones con sonidos ambiente, la música atonal y prototipos así. Si hablamos directamente de lo noise, no podemos dejar de tener en cuenta a bandas como Sonic Youth o My bloody Valentine. Llevándolo al plano del rock más “convencional” debemos hacer algunas observaciones en la décadas del sesenta y setenta, y para eso ya hablamos del “cut & paste”. Las primeras experimentaciones surgen en discos de The Betales (Revolución Nº 9) y más adelante con Pink Floyd (Money), donde –literalmente- cortaban y pegaban cintas.
En los 90’ aparece Beck: “cut & paste y ruiditos a pleno” dice Roque Casciero en una nota en el suplemento No de página 12; haciendo referencia al disco Odelay, producido por los Dust Brothers. Tanto Odelay como Mellow Gold, primeros dos discos de Beck editados en nuestro país, sorprenden por eso del cut & paste, donde los sampelos, el folk., el rap, el hip hop y todo lo que sea necesario para un placentero mestizaje (ay que palabrita), están al día dándole tacto y buen pulso a la música si se trata de andar cortando y pegando. Luego vino el touch Nigel Godrich, junto a un sonido un tanto más rockero: Güero, The Information; y más soul: Midnite Vultures (¿o más Prince?). Pero definitivamente los mejores discos de Beck pasan por la melancolía de Mutations y Sea Changes, este último muy a lo Nick Drake. Esto hizo que la crítica lo matára, tal vez injustamente, si consideramos el hype que la misma crítica le dio a discos como Kid A o Amnesiac (ambos de Radiohead) cuando en verdad –más allá de que estén muy buenos- no dejan de ser un interminable loop de Strange Fruit de Lewis Allan interpretada por Robert Wayatt en Nothing Can Stop Us, disco que recomiendo acá a la derecha. Me entero (por la nota mencionada anteriormente de página 12) que la actual banda del (ya no tan joven) Beck Hansen está “integrada” por el propio Godrich –dicen que es el curador-, junto a Jerry Waronker en batería, Justin Meldal Jonson en bajo y Jason Falkner en guitarra. El 1 y 2 de diciembre será una muy buena oportunidad para volver a ver (o ver por primera vez) a Beck en Argentina, en este caso la cita es en el estadio de River. Ah si, después suben al escenario tres vejetes que se hacen llamar La Policía.
En los 90’ aparece Beck: “cut & paste y ruiditos a pleno” dice Roque Casciero en una nota en el suplemento No de página 12; haciendo referencia al disco Odelay, producido por los Dust Brothers. Tanto Odelay como Mellow Gold, primeros dos discos de Beck editados en nuestro país, sorprenden por eso del cut & paste, donde los sampelos, el folk., el rap, el hip hop y todo lo que sea necesario para un placentero mestizaje (ay que palabrita), están al día dándole tacto y buen pulso a la música si se trata de andar cortando y pegando. Luego vino el touch Nigel Godrich, junto a un sonido un tanto más rockero: Güero, The Information; y más soul: Midnite Vultures (¿o más Prince?). Pero definitivamente los mejores discos de Beck pasan por la melancolía de Mutations y Sea Changes, este último muy a lo Nick Drake. Esto hizo que la crítica lo matára, tal vez injustamente, si consideramos el hype que la misma crítica le dio a discos como Kid A o Amnesiac (ambos de Radiohead) cuando en verdad –más allá de que estén muy buenos- no dejan de ser un interminable loop de Strange Fruit de Lewis Allan interpretada por Robert Wayatt en Nothing Can Stop Us, disco que recomiendo acá a la derecha. Me entero (por la nota mencionada anteriormente de página 12) que la actual banda del (ya no tan joven) Beck Hansen está “integrada” por el propio Godrich –dicen que es el curador-, junto a Jerry Waronker en batería, Justin Meldal Jonson en bajo y Jason Falkner en guitarra. El 1 y 2 de diciembre será una muy buena oportunidad para volver a ver (o ver por primera vez) a Beck en Argentina, en este caso la cita es en el estadio de River. Ah si, después suben al escenario tres vejetes que se hacen llamar La Policía.
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