miércoles, junio 09, 2010

Literal en la radio

En un pueblito como este, los celos, la envidia-que en cierta forma vendrían a ser lo mismo- están al orden del día. En un pueblito como este, donde –y con perdón de la alegoría- te tirás un pedo en una esquina y en la otra ya están diciendo que te cagaste, las habladurías, los chismes baratos, y otra vez: los celos, la envidia, son moneda corriente. En un pueblito como este, donde, lamentablemente, no somos muchos y nos conocemos todos -¿quien no daría la mitad de su fortuna por ser un poco, un poco nomás, más anónimo?- la discreción, la circunspección, brillan por su ausencia.
En un pueblito como este, donde los medios de comunicación se sacan chispas para lograr ser: el más escuchado, el más leído, el más visto, ¡el más! –como si acaparar la mayor cantidad de individuos indique calidad indemne- existe cierta paranoia que a esta altura del partido ya es lasciva y se torna escandalosamente insoportable.
El locutor de la eterna juventud, como lo bautizó –un poco con ironía y otro poco con benevolencia- una columna del diario El Imparcial, ya no sabe que hacer, que decir, para llamar la atención. El triste observador de lo ajeno, peca de envidioso y se prostituye, una vez más, escupiendo para arriba. Mediante una ficticia critica al gobierno municipal, se tira contra nuestro proyecto Costa Barcelona, que como saben incluye un parador turístico y la radio, quejándose –las quejas siempre apuntan al municipio insisto- por nimiedades que solo se convierten en ilegales –no tiene manera de comprobarlo- porque no se le ocurrieron a él primero. Entonces: la radio no puede estar en la laguna, la antena no puede estar en la laguna; y todo lo que hagamos en Costa Barcelona va a ser impúdico según las leyes que maneja el vendedor de publicidad friolera, por no decir propaganda barata. Sin embargo, todo lo que dice el incansable organizador de canastas mensuales, no tiene ningún tipo de sostén, solo protesta al unísono, no tiene argumento, y es muy dudoso pensar que alguna vez haya revisado, aunque sea al tuntún, la ley orgánica municipal para fundamentar alguna pequeña parte de la gran mentira que infunde. No va a encontrar nada, absolutamente nada que pueda avalar su descarada invención. Eso si, para resguardarse de quien sabe que, no habla directamente, como en casi todo lo que hace, distorsiona la realidad mediante un filtro, una especie de coraza ridícula donde los nombres si se dan son falsos y las historias suceden en otro lugar. Utiliza la laguna como simbolismo berreta de una editorial que carece de peso al momento en que todo lo que allí insinúa es ya de público conocimiento. No es asombroso que estos personajes sigan existiendo en un pueblito como este, lo que si llama la atención es que este sujeto, en tantos años de trayectoria no haya aprendido nada. Algún curso, algún estudio, algo debe tener. ¿Cómo puede ser que siga siempre: diciendo lo mismo, haciendo lo mismo, jodiendo lo mismo? ¿No decían que este tipo estaba recibido? Al parecer la gente no se recibe de nada, y si se recibe se recibe de pelotuda. Y este es un pelotudo con honores, un pelotudo profesional. Y encima envidioso.

No hay comentarios.: