El pobre, el marginado, siempre, a lo largo y a lo ancho de la historia, fue es y será: el Débil, por antonomasia. Los poderosos siempre se las han arreglado –bastante bien- para hacer sentir al pobre, al marginado: pobre, marginado.
Claro que hay pobres honrados y pobres que no lo son, pero su condición, muy inferior al resto de la sociedad –y sobretodo a la franja social que tiene el poder- hace que lleven la de perder. El pobre siempre pierde ante el rico, cruel axioma.
¿Pero qué sucede cuando el pobre se enfrenta la pobre?
Dice Nietzche: “El hombre mata más animales de los que puede consumir, roba y maltrata más hombres de lo que sería necesario. Su manifestación de poderío es, al mismo tiempo, una expresión de venganza contra su estado de miseria y de temor”
El pobre contra el pobre, algo tan añejo también como el mundo.
Volvamos a Nietzche: “El poderoso procura por todos los medios posibles aumentar la creencia en su poder. Los sometidos, los que tiemblan ante él y le sirven, saben, por otra parte, que no valen exactamente aquello por lo que son reputados; por esto trabajan con miras a esta reputación, y no en vista de su satisfacción personal.”
El rico se muestra ante el pobre más rico de lo que es, y hace sentir al pobre más pobre aún. Porque tiene el poder y los medios para hacerlo.
Cuando hay una reyerta violenta, como la acontecida en los últimos días en los barrios El Iporá y El Hueco de la ciudad de Chascomús, en la que los vecinos, indefensos, cansados de que los ladrones –también vecinos del barrio- estén arreglados con la policía y por ende gocen de la más desprejuiciada impunidad, de que la justicia –Departamental Dolores- se siga cagando justamente en la justicia; por un lado reaccionan violentamente, y por otro van en busca –desesperados- de quien tiene el poder.
La intendente Denot, que tiene el poder porque por eso gobierna, sostiene que si la justicia –incompetente hasta el paroxismo- no resuelve la situación de los ladrones (es decir, que estén custodiados donde corresponda según sus edades y no queden en libertad) ella no puede hacer nada. Y lamentablemente tiene razón. Lo que no está exento dentro del poder que tiene la intendente es garantizar la seguridad, como así también le corresponde al ejecutivo asegurar la contención social. Hablan de la paz social cuando desde el municipio no se tiene en claro siquiera la cantidad de pobres e indigentes que viven en Chascomús. Hablan de paz social cuando no hay planes sociales serios, efectivos; cuando el gobierno no se ocupa de los problemas de delincuencia, pobreza y drogadicción que existen en los distintos barrios de la ciudad.
La paz social no se puede concebir cuando hay chicos con hambre y la secretaria de desarrollo social gana $ 6.719. La paz social no se puede dar cuando todos opinan –incluso desde algunos medios de comunicación- que está bien romper y quemar todo si desde arriba no hacen nada. No, la paz social viene con la contención social. Cuando el poderoso se hace el boludo, cuando algunos dicen que la culpa de todo la tienen “los negros de mierda”, ahí es donde empieza la guerra.
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