El llamado de auxilio, el número de teléfono, la constante comunicación que no comunica. El llamadito. Dar el teléfono al aire, en radio, hoy parece ser la solución. Así los oyentes asisten a lo que cobardemente (en materia periodística) llamaron: “la radio la hacemos entre todos”. No viene mal una opinión extra de tanto en tanto, the Second Opinión, pero cuando la participación de la audiencia es excesiva, todo, absolutamente todo, se hace intolerable. El discurso, el soliloquio, planteado en un tiempo inesperado, aburre. Pero la constante intervención del público radiofónico es peor aún. El método es trillado, la constancia agobiante. El tiempo perdido, irrecuperable. Lo que queda, nada. El vacío de las nuevas formas de comunicación indican hoy un camino donde todos: comunicadores y receptores, son lo mismo. Es decir, el abuso otra vez lo destruye todo. Y no innova, conserva.
1 comentario:
sigan asi, la rad..., digo el blog está buenisimo.
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